Sillas con historia. Parte I

Sillas de madera

Sillas con historia. Parte I

Los clásicos modernos de la primera mitad del XX

En nuestra memoria guardamos recuerdos de muebles vinculados a nuestra historia. La mesa de la cocina de la abuela, el flexo que te acompañaba durante las noches de exámenes,  la butaca de tu padre, la silla que usabas en el colegio… Su diseño cumplía bien su función, nos recordamos viviendo junto a esos objetos y en nuestro imaginario su forma se convierte en un icono.

Ese mismo fenómeno se produce con ciertas piezas de mobiliario cuyas formas a pesar de haber sido pensadas hace casi un siglo siguen siendo modernas, útiles y bellas. Por ejemplo, existen diseños de sillas que todos reconocemos y aunque no sepamos quiénes son sus autores.

Comenzamos con la silla Thonet 209. Evolución que surge en el año 1900 para añadir brazos al modelo originario de 1850. Lo que en nuestra época podría parecer un diseño artesanal fabricado en madera curvada. Realmente fue un avance industrial que originó la producción en serie de la misma. A pesar de su tridimensionalidad curva, consta exclusivamente de seis partes que se ensamblan. Lo que permitía abaratar su fabricación y su transporte, haciendo que su precio fuese asequible. Más de un siglo después su belleza sigue actual.

Durante la primera década del siglo XX, Charles Rennie Mackintosh, inmerso en el entorno del “Arts and Crafts” diseña la silla Mackintosh convirtiendo esta pieza de mobiliario en un icono moderno. Este movimiento artístico y de pensamiento reclamaba la humanidad de los procesos artesanales versus lo inhumano de los procesos industriales. También reclamaba al artista total, el cual diseñaba desde la arquitectura hasta el último detalle de decoración o mobiliario que contenía. La silla Mackintosh destaca por su elevado respaldo. Esto conseguía generar una privacidad entre los comensales y aquellos que estuvieran en la mesa de al lado. Gracias a esto, se convirtió en una pieza fundamental de la obra de Mackintosh, quién empleaba los muebles para articular los espacios.

Otro arquitecto que también plasmó en una silla el pensamiento artístico de su tiempo, fue Gerrit Rietveld. Originariamente, en 1917, la silla Roja y azul fue diseñada con acabado en madera. Su vinculación al minimalismo se refleja en su sencillez estructural, casi infantil, a base de listones rectos y tablas ensamblados.

Posteriormente, al vincularse al movimiento “De Stijl”, del cual formaba parte el artista plástico Piet Mondrian. Rietveld asigna a la silla los colores primarios que le dan nombre. Enfatiza así la función de cada pieza y potencia la abstracción, alejando este icono de la imagen de silla tradicional.

Son diseños icónicos que ilustran en imágenes las décadas del siglo XX.

La silla Cantilever es una de las que más polémicas ha generado. Su diseño se gesta entre 1926 y 1929. La autoría se la reparten los arquitectos Mart Stam y Mies Van der Rohe. Quienes lanzan sendos diseños de gran similitud a pesar de la gran innovación que proponían. Gracias al desarrollo de los materiales tubulares de acero, la silla Cantilever, consigue dar estabilidad  a un asiento en vuelo. Consta sólo de dos apoyos, prescindiendo de los apoyos traseros. Los cuales se sustituyen por un patín que transmite el peso al suelo.

En 1934 Jean Prouvé comenzó el diseño de la silla Standard. Su imagen nos recuerda a las sillas escolares, pero su origen está en aprovechar  al máximo los recursos materiales. Por ello, Prouvé pone en práctica el sencillo hecho de reforzar las patas traseras por ser las que soportan el peso del respaldo, y aligerar las delanteras, ambas de acero aligerado. Además lo combina con asiento y respaldo en madera curvada para aportar calidez en contacto con el cuerpo.

A principios de los 40, Charles Eames comienza a investigar,  inspirado por los avances tecnológicos de la Segunda Guerra mundial, en las técnicas de curvado y plegado complejo de la madera laminada. Estos avances, junto con el estudio de la ergonomía del cuerpo, producen como resultado en 1946 la silla DCM. Su estructura metálica y el diseño de las uniones con la madera, amortiguadas con goma, lograban una comodidad no conocida en las sillas de madera hasta la fecha.

Siguiendo la búsqueda de optimizar los materiales y llegar a la esencia de la silla, Gio Ponti diseña en 1951 Superleggera. Para ello, reduce al mínimo la sección de madera de la silla. Emplea materiales tradicionales pero resistentes como el sisal para trenzar el asiento. El resultado es una silla que nos resulta familiar, pero que al moverla descubrimos que es tan ligera como resistente.

 

Aunque no lo parezcan algunos de estos diseños de silla tienen casi un siglo de vida. Sus formas las seguimos viendo asociadas en nuestros días a los interiores más modernos. Los avances que desarrollaron y la innovación que consiguieron trasmiten la efervescencia cultural y artística de la primera mitad del siglo XX. Sus formas se despojaron de la estética de su época para llegar a la esencia. Cumplir una función. Adoptarse a nuevas formas de fabricación y a nuevos materiales. Por ello, se han convertido en un icono clásico de la primera mitad del siglo lleno de modernidad.

Leal * interiorismo y diseño
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